Madrid. 1966
Mi primer éxito fue una redacción sobre el derecho a la huelga
de los profesores, apenas acababa de aprender a juntar la “m” con la “a”, allá
por 1973. Debieron quedársela para plagiarla en algún manifiesto, porque el
manuscrito más antiguo que conservo es una crónica ilustrada del atentado a
Carrero Blanco el siguiente año.
Por abreviar, diré que en la adolescencia cambié el lápiz por
la guitarra y, como quería formar una familia, acabé dedicándome a estudiar
cosas “de provecho”, haciendo carrera en la Administración Pública.
Pero las leyes no terminaban de satisfacer las necesidades del
hemisferio derecho de mi cerebro, de modo que un buen día decidí retomar mi
vena artística y poseo una bonita colección de manuscritos inéditos que, algún
día, haré arder en una pira frente al mar una noche de San Juan.
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