Me gusta pensar que las letras me eligieron a mí, para
contar sus historias.
Soy una mujer poco convencional, y me agrada esa
condición de “bicho raro”.
Soy de las que disfruta las cosas simples de la vida,
voy por este mundo imaginando que existe otro mundo, el de mi cabeza, donde
todo está también patas arriba; la diferencia es que en ese espacio, las cosas
tienen el poder de tomar otra forma; otros olores, otros sabores… otro sentido, lo que a mí se
me ocurra o venga en gana.
Heredé el gusto por las letras a temprana edad, mi
abuelo y mi padre fueron los artífices de tal hechizo.
Cuentos de hadas, mitología, cuentos populares,
historias de antepasados; las letras estimulaban mi imaginación y le daban
color a mis días y noches.
Aprendí a leer a los cinco años, por necesidad, y es
que cuando mi abuelo y mi padre no estaban en casa, yo sufría demasiado, porque
ninguna otra persona me leía cuentos, y yo terminaba muy sola e incompleta, sin
ese mundo fascinante, el de las letras.
Estudié Psicología, por amor a la carrera y por
convicción, pero mi más grande sueño siempre fue, ser escritora.
Un día alguien me preguntó, que sí existía algo, que
yo amara, como para hacerlo sin más ni más,
por puro placer, y yo sin dudarlo dije: – Escribir, y conté sobre mi
necesidad de “exorcizar demonios” a
través de las palabras – Aunque escriba locuras, o cosas que para la gente no
tienen ningún sentido, las letras son mi hogar, mi refugio, son parte de mí.
Esa fue mi respuesta.
No diré mi edad, porque hay que dejar algo de
incógnita en estos espacios, es parte
del encanto, pero digamos que no soy ni tan joven ni tan vieja.
Mis raíces, la tierra que me vio nacer, mi amado, bello y controversial El Salvador.
En resumen, soy psicóloga y escritora, un espécimen
que en su metamorfosis, vendría siendo psico-escritrora, lo que significa que
amo ayudar a las personas, y que las letras me salvan del hastío de la vida
cotidiana.
Soy una mujer de alma libre, que ama la vida y sus
enigmas, el amor es la fuerza que me impulsa, y las letras son mi redención.
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